O Misantropo Enjaulado

O optimismo é uma preguiça do espírito. E. Herriot

Wednesday, August 30, 2006

Juro, Por Minha Honra...

.

Num comentário ao post sobre Sean Connery a Maria faz um importante aviso acerca de depilações de sobrancelhas e suas consequências, bem como dá notícia da recusa do Actor em usar postiços, salvo em casos essenciais para a caracterização da personagem. O misantropo já pouco cabelo tem, mas faz profissão de jamais usar o que lhe não pertença. Com uma ressalva: dado o meu amor aos livros, não sei se conseguiria resistir a este...

9 Comments:

  • At 10:23 AM, Anonymous Anonymous said…

    :))Esta é demais!
    Será possível sentir saudades de quem nunca se teve, verdadeiramente...

     
  • At 4:35 PM, Anonymous Anonymous said…

    Llevaba bisoñé con dignidad el austríaco Frederick Stafford.

     
  • At 4:56 PM, Anonymous Anonymous said…

    Por favor, Señoritas y Señoritos, escuchad los consejos de Doña María, especialmente los relacionados con la depilación de las cejas.
    Hay que rechazar y combatir esa mala costumbre.

    (No voy a caer en la exageración de criticar toda depilación; ni llego a comprender mi admirado paisano Juan Manuel de Prada, que en su día, creo que en alguna crónica d'El Semanal de ABC, confesó su admiración por los sobacos intonsos -pero no intensos...- de ciertas mujeres.)

    Por fín me voy de vacaciones.
    Me gustaría confiar a Dña. María, Gran Comentadora Misantrópica, la tarea de no dejar sín comentario ningún texto de nuestro estimado y muy admirado Pablo.
    Y siga Vd. su ejemplo, sorprendanos con un blog sobre sus viejas incursiones cinematograficas y nuevas aventuras de Abuela Gallina...

    Le felicito por sus breves notas al 'post' "Al Servicio de Su Majestad" (nada menos que 4895+3673+9945 granos de sabiduría, incluyendo los espacios!) y beso sus manos, Señora.

    El Guerrero del Antifaz

     
  • At 5:10 PM, Anonymous Anonymous said…

    Eureka! He aquí el texto de Prada.
    Quizás te inspire a ti un nuevo texto, Pablito.
    Un abrazo, hasta la vista.

    El Guerrero del Antifaz



    Bellas y vellos

    O, dicho más llanamente, sobacos. Julia Roberts, la actriz de piernas como rascacielos y sonrisa innumerable, acudió al estreno de una de sus películas con los sobacos sin depilar y un vestido que los dejaba al descubierto, y los fotógrafos se hincharon a retratarla cada vez que levantaba el brazo para saludar. Los brazos de Julia Roberts son larguísimos como sus piernas, de una voluptuosa languidez que se hace negrísima y acechante al llegar a las axilas. Los exegetas de la moda y demás mequetrefes del cotilleo social han denigrado a Julia Roberts por lo que consideran un atentado contra esa estética aguachirle que ellos mismos se han encargado de instaurar. A mí, en cambio, el gesto de Julia Roberts me conmovió sinceramente, y la visión fugaz de sus axilas como dos madrigueras oscuras y despeinadas me ha inundado de inconfesables desasosiegos. ¡Qué visión tan excelsa y, al mismo tiempo, subversiva, la de una mujer que nos guiña sus sobacos!

    Comprendo que confesar de repente mi preferencia por las mujeres de sobacos intonsos (quiero decir, sin afeitar: espero que no se deslice una errata y me escriban «intensos») puede ocasionar la deserción de las tres o cuatro lectoras que aún me soportan, pero no me resisto a proclamar la verdad. El gusto por los sobacos intonsos me viene de la infancia, cuando mis padres me subían a la azotea del edificio donde vivíamos y me dejaban allí, para que trotase en libertad e hiciese un poco el bestia colgándome de los tendederos. Las criadas de los vecinos subían también, cargadas con baldes que a duras penas podían sostener en brazos y ataviadas muy someramente con vestiditos de tirantes que mostraban sus brazos de porcelana blanda o mármol comestible. Para tender la colada tenían que ponerse de puntillas y alzar aquellos brazos que yo de buena gana me hubiese comido en lonchas, y entonces mostraban por un segundo el vello simétrico de sus sobacos, la sonrisa boscosa y agreste de sus sobacos, que solían estar algo sudorosillos, aunque yo los imaginase perfumados de feminidad. Como a mí aún no me habían crecido pelos en la axila (ni en ningún otro paraje de mi anatomía), pensaba que el vello de los sobacos era el signo distintivo de las criadas, una especie de charretera o insignia secreta que la naturaleza les había impuesto, para hacerlas más aristocráticas y deseables. Pensaba yo que besar aquellos penachos tenía que producir un cosquilleo superior –y, desde luego, mucho más erotizante– al de cualquier bigote, incluido el de José María Iñigo. Durante muchos años, mi aspiración máxima consistió en besar furtivamente aquellos nidos tan mulliditos, y creo que alguna vez le pedí permiso a las criadas, pero ellas siempre me respondían con risas de alborozado escándalo.
    La literatura me permitió disfrazar aquella obsesión de respetabilidad, desde que supe que también los surrealistas fueron unos reivindicadores acérrimos del sobaco femenino. Man Ray declaró en alguna ocasión su preferencia por las axilas en bruto (esto es, sin depilar), y André Breton llegó a organizar una especie de happening disparatado para homenajear a su mujer, que jamás había introducido la Gillette en sus regiones axilares. Por aquellas mismas fechas, Vicente Aleixandre publicaba su poemario ESPADAS COMO LABIOS en el que se exalta el erotismo inconcreto del sobaco. En su composición «Suicidio» escribe: «Luces por las axilas, luces», y en su celebérrimo «El vals» alude a ese «preciso momento de la desnudez cabeza abajo, / cuando los vellos van a pinchar los labios obscenos que saben», en el que no queda muy claro a qué vellos y a qué labios se refiere Aleixandre. Más explícito es el poeta canario Agustín Espinosa, que escribió una «Oda a María Ana, primer premio de axilas sin depilar de 1930», en la que compara los sobacos intonsos con «un bello erizo asustado» y concluye vaticinando: «Volverán a florecer rosas negras junto a los pechos blancos de las mujeres de mañana». Rafael Alberti tampoco se sustrajo al llamamiento turbio de los sobacos, y los comparó con «un pozo de hormigas», quizá rememorando aquellos fotogramas tan turbadores de UN PERRO ANDALUZ, en los que Buñuel y Dalí mostraban un hormiguero sobre el que se superponía una axila femenina, que a su vez se transformaba en un erizo sobre la arena.
    Creo que la identificación con el erizo es la imagen que más conviene a ese recinto clandestino que es el sobaco de una mujer: bajo su aspecto hosco se esconde una carne salobre y exquisita, recóndita como un pecado. A ver si cunde el ejemplo de los surrealistas y de Julia Roberts, y este verano me es deparado besar algún sobaco intonso para remediar mis traumas infantiles.

    Juan Manuel de Prada

     
  • At 7:30 PM, Anonymous Anonymous said…

    El Guerrero del Antifaz = RCS (?)

     
  • At 8:40 PM, Blogger Paulo Cunha Porto said…

    Algo que não creio ao alcance de todos, Caro Çamorano.

    Buenas Vacaciones, Guerrero. Os votos são descabidos. A Maria tem, além da extrema simpatia de distinguir o misantropo com os Seus comentários, um critério apuradíssimo de quando deve fazê-los. O que também não deve servir para forçá-La a mais. O que der está bem dado e é agradecido.

    Meu Caro Çamorano:
    Quem diabo é RCS?
    Abraços.

     
  • At 9:42 PM, Anonymous Anonymous said…

    Não, Uncle Çam, não creio que o "Guerrero del Antifaz" seja RCS (Rizzoli Corriere della Sera)...

    * Sara Maga, Πυθια

     
  • At 2:51 PM, Blogger Jansenista said…

    Que bela caricatura!

     
  • At 5:31 PM, Blogger Paulo Cunha Porto said…

    Meu Caro Jansenista:
    Para além do mais, um "look" algo prousteano, não achou?
    Abraço.

     

Post a Comment

<< Home

 
">
BuyCheap
      Viagra Online From An Online pharmacy
Viagra